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En Flores: la pequeña confitería familiar que ganó fama con su tarta de banana

Cocina 27 de agosto de 2020

En el barrio de Flores, sobre la Av. Avellaneda 2590, se encuentra una pequeña confitería familiar que ganó fama con su tarta de banana. La fórmula de la especialidad de la casa parece sencilla: una masa delicada tipo sablée, dulce de leche repostero, finas rodajas de banana, crema chantilly y una lluvia de chocolate rallado de cobertura. Desde 1979 que San Ceferino es sinónimo de tradición para los vecinos del barrio y jamás han cambiado la receta de este clásico. De hecho, con su inigualable sabor marcaron generaciones. "Sí, yo que cocino compré una torta. Pero es que esta es especial. Mi papá la compraba desde que era muy chica en este mismo lugar. Y la cuarentena me llevó a recordar, a encontrarlos y tener la sorpresa de que la seguían haciendo y me la enviaban a casa. Cada bocado es un recuerdo, de los lindos", dice un emotivo mensaje que les compartió por redes sociales Tina, una clienta. Como ella, son varios los que se acercan al local para recordar los sabores de su infancia.

El emprendimiento familiar con nombre de santo
Esta confitería siempre se trató de un emprendimiento familiar. Fue fundada en 1979 por Luis Barragán, quien desde los quince años aprendió el oficio de pastelero, junto a su mujer Teresa. Luis, quien actualmente tiene más de 80 años, ya era socio en otras confiterías, pero en ese entonces le surgió la posibilidad de abrir otro local propio. Y como Teresa siempre fue devota a Ceferino Namuncurá decidieron llamarlo así. Por aquel entonces Fidel Báez, vivía en Corrientes en Goya y su cuñado le ofreció trabajo en la confitería. "En mi ciudad yo trabajaba como agricultor, cosechaba maíz y tabaco. Después nos surgió la posibilidad de trabajar con la familia y vinimos junto a Delicia, mi señora, a Buenos Aires. Todo lo aprendí acá: desde el trato con los clientes hasta cómo preparar la mercadería", recuerda Fidel, quien se volvió un experto en los sándwiches de miga (sus preferidos son los de palmitos). Y admite que en más de una oportunidad los clientes lo llaman Ceferino, pensando que el nombre de la confitería es por él.

Al tiempo empezó a hacerse conocida en el barrio. Durante sus primeros años ofrecían los clásicos: pasta frola, manzana y ricota. Fue recién en 1984 cuando a Luis se le ocurrió crear la receta de la tarta de banana (una de sus frutas preferidas). Probó diferentes combinaciones hasta dar con el sabor ideal. "Se le ocurrió sumar una tarta con banana y chocolate y enseguida tuvo aceptación de los clientes. Ahora es el éxito de la casa", cuenta Fidel y rememora que al principio en lugar de chocolate rallado llevaba chocolate cobertura. "Era muy rica, pero cuando la cortaban se rompía el chocolate. Entonces se decidió cambiarlo por rallado. Desde entonces, seguimos así y queda muy bien", agrega.

La elaboración del producto estrella
En San Ceferino comienzan con la producción de la tarta de banana a las seis de la mañana. La masa, que es similar a la de la pasta frola pero un poco más fina, lleva entre 15 y 20 minutos de horno. Luego la dejan enfriar, y se le agrega su relleno: dulce de leche repostero, rodajas de banana recién cortadas (para que estén bien frescas), crema chantilly y el toque final: chocolate rallado por arriba. "La crema chantilly no lleva ningún saborizante, adquiere ese sabor inigualable por la banana", dice Fidel, quien es muy dulcero y siempre conserva una porción en el frezzer de su casa. Según cuenta, el secreto de la tarta está en la mano del pastelero y la buena materia prima. Su hermano, Juan Baéz, a sus 67 años, es quien se encarga de custodiar la receta desde hace más de 35 años. Por eso, siempre sale igual y no le han cambiado ni una coma de la fórmula original. "Había clientes que decían qué buena, cómo se les ocurrió la combinación. Y hasta algunos se siguen sorprendiendo por el sabor", expresa.

La tarta de frutilla con crema pastelera es otro clásico, pero sin lugar a dudas la de banana es la preferida de todos. Cuentan que en una época era tan solicitada que llegaban a comprar entre 4 o 5 cajas de bananas por semana. Es decir: aproximadamente producían entre 40 y 50 tartas por día. De viernes a domingos son los días de mayor demanda. Viene en su versión chica con aproximadamente 8 porciones, la grande de doce y también individual. "Históricamente siempre salió más la grande, pero con la pandemia y al no haber reuniones sociales, los clientes se inclinan más por la individual", reconoce Franco, nieto de Fidel, quien hace ya más de un año comenzó a ayudarlo en el negocio.

Franco solía venir junto a su madre a la confitería y aunque reconoce que no es muy dulcero (siempre se inclinó más por lo salado) tiene fanatismo por la de banana. "Cuando iba a la casa de mi abuelo siempre había variedad de tortas, yo me quedaba con la de banana con la que teníamos la tradición de festejar los cumpleaños", expresa. Previo a la pandemia, muchos clientes le confesaron que tienen la misma costumbre: llevar esa tarta para los cumpleaños, reuniones familiares o los asados con amigos. "El otro día volvió un muchacho que venía con el abuelo de chico y se emocionó porque empezó a recordar anécdotas. También una clienta nos mandó una foto de hace más de treinta años junto a la tarta y aún hoy la sigue comprando. Está muy arraigado el sabor al barrio", expresa con orgullo.

 

El local con su colorida fachada verde manzana, puertas fucsias y heladera exhibidora repleta de su variedad de dulces cambio de horario durante la cuarentena. Ahora abren de martes a domingos de 8 a 17hs y también sumaron delivery. "Muchos vecinos del barrio nos hacen el pedido anticipado y luego lo pasan a retirar. Al estar en casa quieren darse un mimo y vienen en busca de la especialidad. Antes los clientes venían por el boca en boca, ahora se sumaron nuevos por las redes sociales", admite Franco.

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Desde hace cuatro décadas que San Ceferino conquista a los vecinos de Flores con sus dulces. Y la tan querida tarta de banana sigue con el mismo sabor de su creador, Luis.

Por: Agustina Canaparo

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