Gusano Menocchio, un asesino serial entre riquezas, cirugías y perpetuas
Policiales17 de noviembre de 2024Redaccion RMMEn su prontuario acumula cinco homicidios y desde 2012 ya suma tres prisiones perpetuas.
Luis "Gusano" Menocchio (65), hijo de un empresario misionero, con el tiempo se volvió uno de los asesinos más sanguinarios, tanto en nuestro país como en Paraguay.
En varias oportunidades Menocchio se realizó cirugías para cambiar su rostro.
Luis Raúl Menocchio, mejor conocido como "el Gusano" o "el hombre de las mil caras", es el nombre del hijo de un empresario de Posadas que disfrutaba de la buena vida en la década de los 80, pero que por razones no tan claras tornó su vida a un plano más oscuro y se convirtió en un asesino serial.
La figura de Menocchio se asemeja a un personaje propio de una película de Hollywood, que manejó durante más de 10 años a la perfección su ocultamiento entre la sociedad. Incluso, se llegó a realizar distintas cirugías en el rostro para no ser atrapado por la justicia.
Hoy cumple una triple prisión perpetua que lo marginará de la sociedad hasta el resto de su vida.
Luis Raúl Menocchio en los años 80 era conocido como un joven alto, de buena pinta y siempre bien vestido que le gustaba la vida nocturna. Aprovechaba el dinero que su padre poseía de los cultivos de yerba mate -una empresa que contaba con 500 hectáreas en la localidad de General Urquiza- y que nunca le negaba ni un centavo.
Esta billetera abierta le permitía siempre ser el protagonista de las fiestas, ya que podía acceder fácilmente a tragos, droga y otros placeres en los boliches de la capital provincial.
Se esperaba que Luis algún día sea el que dirija la empresa y que siga los pasos de su padre, incursionando en la política -fue legislador provincial y cumplió una breve gestión como presidente del Banco de Misiones-.
Pero a él sólo le importaba el dinero, y cuando un problema económico de la familia o con la familia cortó su buena vida, no dudó y se convirtió en un asesino que, para conseguir dinero, dejó un reguero de muertes tanto en Argentina como en Paraguay.
Negocios ilegales.
Pero sus primeros pasos en el mundo del delito no tuvo que ver con homicidios, sino con negocios turbios que llevó a cabo a principios de los 90 en Encarnación, Paraguay. Allí, ya tenía los contactos y dinero para iniciar unos emprendimientos con la fachada de empresas legítimas.
El primero de sus negocios fue poner con empresarios locales una empresa de televisión por cable. Algo novedoso para la época, ya que hasta ese momento sólo se podía ver canales de la televisión abierta. En su comienzo la empresa funcionaba bien, pero no todos los socios estaban contentos.
Aprovechando que estaba a cargo de las finanzas, Menocchio desviaba el dinero para sus propias cuentas bancarias y los de algunos asociados en las sombras que habían puesto el capital para el lavado de dinero.
Lo acusaron de estafas, debió dejar la empresa y enfrentar demandas en los tribunales. Pero esto sólo fue el comienzo de su vida delictiva, ya que mientras lograba escapar de los procedimientos judiciales de la mano de buenos abogados creó una nueva empresa dedicada a transportar caudales, cuyos camiones cargados de dinero no tardaron en sufrir sospechosos asaltos mientras transitaban la ruta entre Encarnación y Asunción.
Por esto, Menocchio fue investigado y descubierto como el cerebro detrás de los robos. En tanto, terminó condenado a cuatro años de cárcel por piratería del asfalto.
Doble homicidio.
Ya con dos graves delitos entre sus antecedentes y recibiendo la libertad en el 2000, Menocchio salió de la cárcel con una mente mucho más perversa y sin importarle la vida de los demás, con tal de continuar una vida de riquezas en las noches de Asunción.
En el ambiente se lo conocía como "el gusano" y organizaba fiestas con invitados VIP que tenían un gran poder: jueces, fiscales, políticos y empresarios. Pero esa vida de fiesta ocultaba su oscura ocupación, la de dealer a gran escala y cobrador de cuentas de la distribución narco en la ciudad.
Justamente, esta nueva ocupación lo llevó a Menocchio en la noche del 15 de agosto de 2004 a cobrar una deuda a Eduardo Fidel Maciel, propietario de “Puerto Madero” -uno de los boliches más famosos de la época-.
Según las investigaciones, se logró determinar que el empresario le pidió un nuevo plazo porque andaba corto de fondos, pero esta excusa la venía repitiendo desde hacía tiempo. Los testigos dijeron que los dos hombres fueron vistos manteniendo una conversación amistosa, sin que se notara ninguna tensión entre ellos, y que Mennochio bebió whiskies por cuenta de la casa.
Luego, ya en la madrugada del día siguiente, se los vio a Menocchio, Maciel y la novia de éste -Graciela Méndez (19)- salir del local y subirse a la camioneta Ford Explorer del misionero. Esa madrugada fue la última vez que se vio con vida a la pareja, que desapareció de los lugares que solía frecuentar. La policía interrogó al "Gusano", que aseguró que los había llevado directamente a la casa de Maciel.
Once días más tarde, unos vecinos de Laguna Grande, cerca de la ciudad de Fernando de Mora, encontraron dos tambores de 200 litros semisumergidos cerca de la orilla del espejo de agua. Estaban sellados con cemento y despedían un fuerte olor a podrido. Al abrir el primero de los tanques, la policía encontró el cuerpo desnudo de un hombre con cinco balazos, tres en el tórax y dos en la cabeza; en el segundo había una mujer con dos balas incrustadas en el pecho.
Cuando las víctimas fueron identificadas como Eduardo Maciel y Graciela Méndez se libró una orden de detención contra Menocchio, pero hacía días que "El Gusano" había cruzado la frontera hacia la Argentina, aunque como sospechoso estaba impedido de salir del país. Luego se supo que había viajado en avión a la capital argentina, lo que ponía como cómplices a gente del poder, ya que era imposible que esto sucediera sin esa ayuda.
En Buenos Aires, el prófugo se sometió a una serie de cirugías estéticas para cambiar su rostro y borró parcialmente sus huellas digitales con ácido. Con ese nuevo aspecto se hizo de un documento falso a nombre de Hugo Jara. Así nació el sobrenombre de "El hombre de las mil caras".