La realidad en Misiones en relación a la pandemia. Una decisión consciente de autoridades y ciudadanía

En un país que por momento no se parece a la Argentina, o al menos a la querida y que escribió las mejores páginas de su historia, Misiones emerge no sólo como la región con el menor riesgo sanitario, mientras la segunda ola se cobra vidas y extiende contagios en zonas urbanas muy pobladas, sino también como una Provincia que ha sabido construirse reivindicando su identidad, incorporando la innovación del nuevo siglo.

Un video que a duras penas fue subido al pie del portal de uno de los diarios hegemónicos de la Argentina, muestra el grave deterioro del sistema sanitario previo y post covid de una de las Provincias que se muestra como desarrollada y hasta exhibió intenciones de escindirse del país, constituirse en un Estado “independiente”. Sí la Provincia de Mendoza, la del vino, de las montañas, muestra un sistema sanitario en franco deterioro. Y la comparación es inevitable.

 
Misiones, con ser más pequeña en dimensiones, exhibe un sistema sanitario de última generación y una madurez política única. Madurez que la ha llevado a crecer aún en las condiciones más adversas y con una frontera altamente permeable. Porque si bien Mendoza tiene a Chile de vecino, en su zona más desarrollada, la Cordillera de los Andes es todo un cruce que, en el invierno, suele bloquearse por la nieve. Aquí los ríos que separan de Brasil y Paraguay, también de sus zonas más desarrolladas,  invitan al cruce todo el año. Y sólo las ha cerrado la pandemia, por primera vez en la historia.

Y si la mirada se extiende al nivel central, la crisis vivida en Buenos Aires, Ciudad y Provincia, resulta incomprensible, más allá de que a nivel local haya quienes las “vivan” a través de los sesgados informes de los medios de proyección nacional. Porque lo más razonable solamente parece desear que se tomen las medidas que sean necesarias para frenar una ola que ya llevó al nivel de los más chicos sin ceder en ningún momento con la contagiosidad y muerte de los demás grupos etarios.

Una reciente encuesta mostró por primera vez lo que era posible presumir si la apreciación se abstraía de estos condicionamientos: la mayoría de la sociedad creía necesarias medidas de control más estrictas, sin que ello supusiera inclinarse, en la misma proporción, por alguna de las dos expresiones políticas vigentes en este poblado sector del país.

 
Ahora bien cuando el Presidente habló de que se habían “relajado” los ámbitos sanitarios sin que hubiera cedido la pandemia, más de uno se sintió “tocado”. Pero apenas en esta semana las autoridades gubernativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires salieron a ordenar que se suspendieran las cirugías no urgentes para atender a los pacientes con Covid 19.

Eso sí, olvidando cuanto habían hecho para restar importancia a la pandemia, primero, para limar la confianza en las medidas que se adoptaban, para descalificar las vacunas depende del origen nacional que tuvieran, ahora usan lenguaje catastrófico para dar cuenta de que llegó lo que se pretendía evitar: oleadas con miles y miles de contagiados y también al presente sumando fallecidos.

La realidad en Misiones es completamente distinta. No por azar. Sino por decisión consciente de autoridades y ciudadanía. Hay contagios y fallecidos en muchísima menor escala. Igual duele y preocupa. Igual renueva recomendaciones, alienta vacunaciones. No es entonces indebido decir que aquí se vive una realidad que todos quieren preservar.

Para crecer en todos los planos, en las diversas actividades. En la economía del conocimiento. En una presencialidad que se alterna con lo virtual y que indudablemente tiene el sello del siglo XXI.