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¿Cómo leer noticias en pleno Covid?

Tratando de buscar el estándar mínimo en lo que publican los diferentes medios. Pasó el shock inicial pero todavía estamos en el medio de una pandemia. La red Global Investigative Journal Network compiló recomendaciones para la comunicación de la pandemia. Destaco la de Al Tompkins, del Instituto Poynter: reducir el uso de adjetivos que sean subjetivos y que las crónicas periodísticas dejen de incluir términos como «terrorífico», «desolador», «inhumano», «infierno», «pesadilla», etc., que les otorgan una fuerte e innecesaria valoración.

Curiosidades 15 de diciembre de 2020 Redaccion Multimedios Genesis Redaccion Multimedios Genesis

Algunas cuestiones de estilo son trascendentes. Recordar que las historias estadísticas son menos intimidantes que las anecdóticas. Estas se banalizan y convierten las emociones complejas en triviales y, también, suelen presentar hipótesis descontextualizadas y catastróficas que pueden aumentar la incertidumbre. Y nunca está de más explicar las acciones preventivas, pues de esa forma cada noticia podría ser menos atemorizante.

Los titulares deben ser para informar. Un medio titulaba: Retiraron casi 800 cadáveres de las viviendas de Guayaquil, epicentro del coronavirus en Ecuador. Cuando se hacía click, el título era: Ecuador: retiraron más de 700 cadáveres de las viviendas de Guayaquil. En ocasión de las pruebas de las vacunas: Seis personas murieron durante el ensayo de la vacuna de Pfizer, pero en su bajada sostenía que “sin embargo, la institución señala que ninguna de las muertes se ha relacionado con el antídoto”. El poder del clickbait ganó. La responsabilidad periodística perdió.

¿Cuál es el límite? Informar con una visión ética de respeto hacia las víctimas, que procure soluciones y aliente a la prevención; una cobertura más apegada a los derechos humanos y reflejar la diversidad de voces; identificar la fuente oficial, tener rigurosidad y cuidado al momento de revelar datos sobre las víctimas mortales y estimaciones de daños y previsiones, entre otras metas.

Si toda gestión de riesgo es, básicamente, gestionar probabilidades, al periodismo también le cabe esa responsabilidad. Thomas Abraham, periodista de la Universidad de Hong Kong especializado en seguridad sanitaria mundial, aconseja enfocarse en el reporte, no en el análisis personal; tener cuidado al titular ya que no todas las cifras son correctas; hablar con todas las personas que sea posible; evitar los lugares comunes racistas; no dejar de lado las historias que no son «emocionantes»; y fijarse límites (algunas veces es mejor decirle «no» al editor).

El poder político, tan cansado (o más) que la ciudadanía, se siente escrutado diariamente y ve en la opción de las vacunas la oportunidad no sólo de salir de la crisis y el riesgo sanitario elevado, sino de vislumbrar también un rédito político. Allí, Abraham acompaña con otro desafío comunicacional y periodístico: «Nuestro papel principal es seguir las noticias, e informar con contexto. El comunicado de prensa no es la historia. Es el comienzo de una historia”. El poder político también debe sentir la presión de decir la verdad, no lo que quiera que suceda. El biólogo estadounidense Robert Travis, sostiene que el exceso de confianza tiene una característica inquietante: que no parece acompañar demasiado al conocimiento.

En fase de crisis, las manifestaciones son de desorganización y confusión generalizada. Miedo, sentimientos de abandono y vulnerabilidad. Toda actitud se enfoca en la necesidad de supervivencia. En estos momentos aparecen «lo mejor y lo peor del ser humano» aunque diversos estudios manifiesten que las conductas cooperativas predominan. Es condición fundamental de las intervenciones, tanto de líderes como de gestores, y también del periodismo, bajar la incertidumbre. No de subir la ansiedad con un peligroso voluntarismo.

Conducir el caos, de eso se trata gestionar una crisis. Hallar una manera para reducir las manifestaciones que conlleven un mayor riesgo de impacto negativo y promover las que abonen a la construcción de resiliencia. La fase post-crítica, donde se obtiene un conocimiento y una evaluación más detallada de la situación -en especial de las pérdidas y consecuencias- no ha llegado. El proceso lento y progresivo de recuperación es deseo por ahora. No estamos todavía en fase recuperación y se mantiene como no resuelta una gran cantidad de los problemas que surgieron previamente.

Con el tiempo, es probable que la ansiedad se reduzca poco a poco mientras que la tristeza es, quizás, la emoción que persiste por más tiempo, señala Silvia Bentolila. Puede que no aparezcan como tales, pero sí en forma de manifestaciones encubiertas, como agresividad creciente y conductas evasivas, desmoralización ante las dificultades de adaptación o si se demoran las ayudas prometidas, ira creciente, que se acentúa si hay discriminación, revictimización o impunidad, síntomas somáticos que persisten y, ocasionalmente, síntomas de estrés postraumático.
¿Cómo leer noticias? Seleccionando las que apelen a la responsabilidad.

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